En Chile existe gran cantidad de hogares donde se mantienen animales silvestres como mascotas, pese a estar protegidos por la ley 19.473, que prohíbe su caza o captura, su comercio y la tenencia. Pero no se trata sólo de cometer un delito: lo peor es el sufrimiento y la crueldad que conlleva el tráfico de animales. Por ejemplo, para capturar a crías pequeñas, generalmente matan a la madre que trata de defenderlas; además, las técnicas para atraparlas no son precisamente cuidadosas. El tema del transporte es tanto o más terrible, ya que la mayor parte de los ejemplares mueren asfixiados: la razón, es que van ocultos –muchas veces en estrechos tubos- y cubiertos con gruesas telas o con sus picos amarrados con alambre -en el caso de las aves- de tal manera que no sean detectados por quienes fiscalizan. Por último, se traslada al animal desde su hábitat natural a una jaula, donde ni siquiera puede moverse o estirar sus alas. Respecto a las especies que más comúnmente son víctimas de este tráfico en Chile, destacan claramente el Loro Choroy y el Loro Cachaña. Se trata de los típicos loros de plumaje verde oscuro y plumitas rojas en la frente y la cola, que usan -ilegalmente- los organilleros, y que están presentes en muchas casas. Ellos, junto al Loro Tricahue, son los únicos loros nativos de Chile, y su caza o captura, comercio y tenencia están absolutamente prohibidos. El otro animal que lamentablemente se ha popularizado como mascota, es la Tortuga de Tierra, especialmente la que proviene de Argentina. Y al igual que en el caso de los loros, su caza o captura, comercio o tenencia están absolutamente prohibidos, cuestión que se aplica a TODAS las tortugas de tierra, chicas, medianas o grandes (sólo las tortugas de agua están permitidas, en locales autorizados). Si tienes un Loro Choroy , un Loro Cachaña, una Tortuga de Tierra o cualquier animal de dudoso origen (o conozcas a alguien que los tenga en su casa), piensa que estará mejor y será más feliz junto a los suyos, a sus iguales, libre en la naturaleza, donde podrá volar o desarrollar completamente sus potenciales. Si te decides a entregarlo, el SAG (Servicio Agrícola y Ganadero, Av. Portales 3396, Estación Central, fono: 6764013) lo recibirá sin ponerte problemas ni menos sancionarte, ya que se trata de un acto voluntario (sólo hay sanción cuando van a tu casa por alguna denuncia, y lo decomisan). Es importante dejar en claro que no debes liberarlo directamente en la naturaleza, ya que puede portar enfermedades que dañarían gravemente a los de su especie.
lunes, 9 de julio de 2007
miércoles, 4 de julio de 2007
Trafico Mundial de Armas Pequeñas
Hoy en día existe una red mundial en la sombra pero extraordinariamente organizada de fabricantes de armas, agentes de compra, intermediarios, transportistas, bancos aquiescentes y aerolíneas de transporte delictivas dispuestas a evadir las sanciones.
Debido a la forma en que se cargan y descargan las mercancías transportadas en contenedores, la tarea de vigilar las ventas ilegales es aún más difícil que antes; y la venta de cientos, si no de miles, de aviones de transporte Antonov rusos desde 1991 ha dado a los contrabandistas mucha más flexibilidad. No son bombarderos B-52, pero resultan extremadamente útiles cuando uno necesita enviar paquetes de munición para ametralladoras y proyectiles de mortero de Zimbabue a Sudán.
Todo este tráfico discurre paralelamente al denominado comercio legal de armas, es decir, la compraventa de sistemas armamentísticos aprobada por los propios Gobiernos, muchos de los cuales conceden favores especiales a este sector de la industria, prestan su apoyo a prestigiosas exhibiciones aéreas (París, Farnborough) y ferias de armas, y envían ministros al extranjero para que fomenten las ventas.
El problema a este respecto es que algunos Gobiernos son mucho más estrictos que otros en los controles de exportaciones, la concesión de licencias y el cumplimiento de las sanciones del Consejo de Seguridad. Para ciertos regímenes (Egipto, Rusia), las exportaciones de armas se han convertido en una fuente vital para obtener divisas fuertes; para otros (China, Israel), es un sistema para comprar influencias en el extranjero.
Por último, en este ámbito, la comunidad mundial carece de tratados internacionales y estructuras de vigilancia similares a los creados para las armas nucleares a través del Tratado de No Proliferación y de los inspectores del OIEA. Por supuesto, existen resoluciones de Naciones Unidas acerca de la supresión de las minas terrestres (que el Gobierno estadounidense no ha firmado). Y, a menudo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impone sanciones concretas contra el comercio de armas en países destruidos por la guerra, como Liberia y Sierra Leona, pero son episódicas y, como ya hemos explicado, fáciles de evadir. Cuando los envíos ilícitos de armas se pagan con diamantes ilegales, a las autoridades no les resulta fácil rastrear a los experimentados intermediarios.
La comunidad internacional sólo está adoptando medidas de forma paulatina para lidiar con esta amenaza. Se ha creado un Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El Servicio de Investigaciones del Congreso estadounidense, diversos Gobiernos nórdicos y varios grupos de estudio, algunos centros universitarios canadienses, muchas iglesias y ONG como Amnistía Internacional están recabando pruebas. Interpol, la CIA y diversos organismos de información secreta siguen su propia senda, porque el comercio de armas ilegal es una fuente de ingresos para los terroristas internacionales.
Y las diversas propuestas de Kofi Annan para que una ONU reformada se centre en la "seguridad humana" incluyen, como debe ser, llamamientos a los Estados miembros para que acaben con ese tráfico infame. Lo cual deja el problema en manos de los líderes políticos de aquellos países preocupados por el tema y que entienden lo importante que es destruir esta red tenebrosa, no sólo por razones morales, sino también por su impacto corrosivo en la sociedad civil de África, Asia, Oriente Próximo y otros lugares.
Debido a la forma en que se cargan y descargan las mercancías transportadas en contenedores, la tarea de vigilar las ventas ilegales es aún más difícil que antes; y la venta de cientos, si no de miles, de aviones de transporte Antonov rusos desde 1991 ha dado a los contrabandistas mucha más flexibilidad. No son bombarderos B-52, pero resultan extremadamente útiles cuando uno necesita enviar paquetes de munición para ametralladoras y proyectiles de mortero de Zimbabue a Sudán.
Todo este tráfico discurre paralelamente al denominado comercio legal de armas, es decir, la compraventa de sistemas armamentísticos aprobada por los propios Gobiernos, muchos de los cuales conceden favores especiales a este sector de la industria, prestan su apoyo a prestigiosas exhibiciones aéreas (París, Farnborough) y ferias de armas, y envían ministros al extranjero para que fomenten las ventas.
El problema a este respecto es que algunos Gobiernos son mucho más estrictos que otros en los controles de exportaciones, la concesión de licencias y el cumplimiento de las sanciones del Consejo de Seguridad. Para ciertos regímenes (Egipto, Rusia), las exportaciones de armas se han convertido en una fuente vital para obtener divisas fuertes; para otros (China, Israel), es un sistema para comprar influencias en el extranjero.
Por último, en este ámbito, la comunidad mundial carece de tratados internacionales y estructuras de vigilancia similares a los creados para las armas nucleares a través del Tratado de No Proliferación y de los inspectores del OIEA. Por supuesto, existen resoluciones de Naciones Unidas acerca de la supresión de las minas terrestres (que el Gobierno estadounidense no ha firmado). Y, a menudo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impone sanciones concretas contra el comercio de armas en países destruidos por la guerra, como Liberia y Sierra Leona, pero son episódicas y, como ya hemos explicado, fáciles de evadir. Cuando los envíos ilícitos de armas se pagan con diamantes ilegales, a las autoridades no les resulta fácil rastrear a los experimentados intermediarios.
La comunidad internacional sólo está adoptando medidas de forma paulatina para lidiar con esta amenaza. Se ha creado un Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El Servicio de Investigaciones del Congreso estadounidense, diversos Gobiernos nórdicos y varios grupos de estudio, algunos centros universitarios canadienses, muchas iglesias y ONG como Amnistía Internacional están recabando pruebas. Interpol, la CIA y diversos organismos de información secreta siguen su propia senda, porque el comercio de armas ilegal es una fuente de ingresos para los terroristas internacionales.
Y las diversas propuestas de Kofi Annan para que una ONU reformada se centre en la "seguridad humana" incluyen, como debe ser, llamamientos a los Estados miembros para que acaben con ese tráfico infame. Lo cual deja el problema en manos de los líderes políticos de aquellos países preocupados por el tema y que entienden lo importante que es destruir esta red tenebrosa, no sólo por razones morales, sino también por su impacto corrosivo en la sociedad civil de África, Asia, Oriente Próximo y otros lugares.
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